Fátima Díez- escritora- Bilbao

CHIMBORAZO




  Chimborazo

 El viejo negro pensó que las ilusiones se le fundían
como debían fundirse los metales.
Recogió todas las ilusiones perdidas
e hizo con ellas una gran bola
que echó a rodar desde la montaña mas alta.

    Cuando la gran bola de ilusiones del viejo negro
se cansó de recorrer pueblos, ciudades y países,
se detuvo a los pies de un pequeño volcán en letargo.
A la gran bola de ilusiones ya le envolvían miles de capas:
 misteriosas capas de otras culturas;
capas mugrientas de barro y hojas,
de chicles  masticados; dulces capas de los sueños
 e ilusiones de otra gente; de salitre...    
    Las capas evitaba que se fundiese
 y el calor le llegaba tenue a su interior y le reconfortaba.
 Por eso la gran bola de ilusiones pensó
que aquel seria un estupendo lugar para quedarse a vivir.

     Ahora que ha dejado de rodar por el mundo,
la visitan miles de turistas.
La gente se empeña en llamarle “Chimborazo”.
Y el viejo negro no deja de sonreír
porque desde pequeñito siempre fue para todos Pascual.



 
 

 

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